A finales del siglo XVI, Pedro Cieza de León registra la plantación de las primeras viñas en el valle de Chincha; desde esa época diversas familias se han dedicado al cultivo de la vid y otros a la producción del vino, actividades que se vieron potenciadas con la llegada de migrantes italianos hacia finales del siglo XIX.
Hacia 1940, Don Amador Sotelo inicia el cultivo de su propia vid y la producción de vino artesanal con fines de consumo familiar, posteriormente, con las nuevas técnicas de injerto introducidas por su hijo Manuel Sotelo se optimiza el cultivo de la variedad borgoña que ha permanecido en la familia desde entonces.
Con el nuevo siglo decidimos compartir la experiencia, creando Viña Cepa de Amador, para producir vinos de gran calidad respetando nuestra herencia vitivinicultora.